Río Cuarto. – Para poner un punto de inicio sindical de referencia, remonto a la Revolución Industrial a partir de 1760, donde el cambio social y económico acaecido luego de la revolución trajo consigo dos clases sociales: la burguesía y el proletariado, y con ello, la aparición del Movimiento Obrero, que era marcado por la persecución y la clandestinidad.
Esta revolución trajo un aumento per cápita de producción, pero una degradación en las condiciones de vida de la clase trabajadora: se aumentó la jornada laboral. Esto aceleró al movimiento feminista en el último tercio del S. XIX, siendo protagonistas las mujeres por los cambios sociales devenidos en la 2“ Revolución Industrial.- Se incorpora la mujer al trabajo durante la 1º Guerra Mundial para reemplazar a los hombres que estaban en los frentes bélicos.- La conciencia de su valor social alentó sus demandas del derecho a sufragio, que en Europa se fue dando en procesos desde 1893 en Nueva Zelanda a 1974 en Suiza. La mayoría se dio en los primeros 20 años del S. Lenin, en su libro “Política sindicalista y Política Social“ analiza la situación de que cuando un sindicato se dedica sólo a mejorar las condiciones de explotación sin que haya un programa político que logre integrar todas las problemáticas sociales de trabajadores y trabajadoras, ese sindicato limita su propia fuerza, y sólo se constituye como un grupo de presión sin aspiraciones a la toma del poder para lograr la definitiva emancipación.-
Esto que nos dice Lenin, podemos transportarlo al Feminismo en tanto que si solo se debaten cuestiones específicas de la esfera feminista, sin tener en cuenta el marco general en el que el feminismo está inmerso, cualquier movimiento atravesado de cierto sectarismo tiende al fracaso o a la autolimitación, sin intención de acceder al poder para tomar decisiones que provoquen cambios o transformaciones sociales históricas.-
En este orden, si el feminismo sindical solo discute un cupo por ejemplo, en planos inconexos con la realidad socioeconómica de la clase trabajadora en su conjunto, en este sistema de formación social capitalista de producción, se termina siendo funcional a este sistema, por lo que discutir hoy un feminismo sindical sin contextualizar en un proyecto de país determinado por la lucha de clases, tiene sus autoIimitaciones.-
Por nombrar algún ejemplo, Eva Perón jugó un papel fundamental en el armado del Sindicalismo argentino, columna vertebral de un movimiento político que transformó la realidad social de la clase trabajadora desde 1943.- Eva Perón, durante la presidencia de su esposo, ofició de nexo con los gremios, recibiendo delegaciones que solicitaban su intervención para obtener mejoras. Participó durante 6 años en negociaciones colectivas de trabajo, leyes de protección laboral, social y de la mujer.- Participó activamente para destrabar el conflicto de la firma del Convenio Colectivo de Gráficos, anunció la nacionalización de los ferrocarriles, con el impacto que eso tuvo a nivel empleo y recuperación de recursos nacionales de manos extranjeras.- Y el ya mencionado engrosamiento histórico del 48% del padrón electoral, mediante el voto femenino.-
Eva Perón ocupó lugares en las mesas sindicales pues su mirada siempre estuvo orientada hacia la protección del trabajo y las mujeres, porque cuando existe desigualdad y la falta de negociación salarial, son las mujeres las más afectadas.- Se puede decir que el perfil y labor de Eva Perón es ejemplo de mujer sindicalista que abrazaba a toda la clase trabajadora pues ejerció plenamente una política sindical.-
¿Y qué es una política sindical? Significa estar al servicio de las bases, todo con las bases, nada sin ellas, cumpliendo sus mandatos y priorizando siempre el interés colectivo de la organización antes que los intereses personales y partidarios. La dirigencia debe servir exclusivamente a las bases, y apoyando y colaborando con otras organizaciones.-
Así, entonces, retomando a Lenin, constructor del comunismo ruso, nos dice que la revolución debía ir acompañada de la incorporación de la mujer a la vida política y a los puestos de dirección del Estado, así a través de las prácticas del poder, las trabajadoras (y trabajadores) aprenderán a ejercer cargos de responsabilidad y se pondría fin al prejuicio de que solo estaba preparado para el gobierno, gente con estudios universitarios y determinado status económico.-
Lenin consideraba a la liberación de la mujer en el marco de la sociedad socialista, pues el capitalismo crea los principios sexistas que recaen en las mujeres la carga del hogar y el cuidado de los hijos. En la práctica esto fue y es más formal que real: la militancia de mujeres en sindicatos no era mucha y en ese tiempo y hoy mismo las mujeres se encuentran infrarrepresentadas en los sindicatos.
En más de 60 años de historia de la URSS, solo se encuentran 6 ministras. Se Subordinan sus necesidades a un proyecto de hegemonía masculina.
Ahora bien, en estos proyectos de hegemonía masculina permanentes hasta hoy, creadores de los principios sexistas a los que alude Lenin, nos encontramos con la violencia de género en el trabajo, el acoso laboral es una práctica que se ha mantenido desatendida en la agenda. La ínvisibilización de la violencia y el acoso tiene como finalidad mantener las estructuras y relaciones de poder en situación de subordinación de las mujeres ajustado a funciones de género socialmente aceptadas. Más allá de los avances en la conformación de sindicatos con perspectiva de género, lo cierto es que ya no alcanza con "darle" a las mujeres secretarías sindicales de género o mujer porque eso solo se limita a "incluir" pero no hace justicia. Ya no queremos que “nos tiren “por la cabeza con secretarías de la mujer o cupos obligados por Iey, sino que queremos ser parte de las decisiones sindicales, pues el sindicato es una excelente herramienta colectiva de defensa y reivindicación de derechos sociales y políticos, siempre y cuando se salga de la postura de resistencia victimizante que solo lanza una ofensiva a una consecuencia socioeconómica del capitalismo neoliberal, como lo es la violencia hoy en todos sus aspectos. -
A modo de conclusión, creemos que las mujeres tenemos una impronta revolucionaria que debemos desarrollar, que esa impronta se va formando desde nuestra propia experiencia, desde nuestros propios cuestionamientos. Ir deshojando las naturalizaciones impuestas por un modelo de producción social capitalista, que nos tiene a trabajadores y trabajadoras por igual dedicados casi exclusivamente a mejorar las condiciones de explotación. Pero que en realidad y a través de los procesos históricos las mujeres debemos tener en las manos o apoyar un proyecto político revolucionario que nos saque de la permanente situación de explotación y violencia de todo tipo y llegar así a la tan ansiada libertad.
luchar por salarios dignos? SI
Luchar por igualdad de géneros SI
Pero esas consignas hoy ya son parciales y debemos ir por un proyecto emancipador
superior: la libertad con derechos plenos en lo formal pero también en lo real.
Y eso, solo se logra con lucha de clases y un proyecto de país que nos haga justicia a todos y todas. -
Por Jorgelina Fernandéz - Secretaria General Sindicato de Trabajadores Municipales